martes, 1 de marzo de 2011

Respirar


No somos conscientes de nuestros sentidos ni de nuestras percepciones. Solo aquello distinto, nuevo o intenso despierta la conciencia.
Me guió mi olfato hasta un incienso litúrgico magnífico que no puedo dejar de idolatrar.

Mano entre el humo de incienso
que acaricias su línea blanca
en el aire invadido de esencia,
en el aire invadido de calma.

Mano que se posa suave
sobre el hombro.
Vas llegando al corazón
y te paras...
para notar el suspiro
que el aroma causa.

Mano que luego acaricia
otras manos
y otras caras.
Mano que sigue tranquila
e hipnotizada.

Mano que revolotea,
sin prisa, sin alas;
Manos que sueñan tranquilas
con una calma buscada.
Manos que viven desnudas
en una calma encontrada.

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