!Que tiene la lana, ese humilde producto de las tan humildes ovejas!
Su olor primitivo en cuanto que recuerda al animal no es mi preferido pero sí me evoca excursiones por los páramos castellanos y algún que otro prado. Una vez transformada la lana se adapta a aquel que la transporta y adopta sus olores naturales o añadidos. Con todo, recién lavada muestra un aroma que emana calor, cobijo.
Me gusta oler y acariciar la lana al mismo tiempo, especialmente si es de calidad. El sinfín de sus usos y transformaciones es equiparable al sinfín de aromas que puede transportar. Son menos efímeros que en algodón y más agradables que sobre las fibras artificiales.
En invierno, en un invierno como este- bastante fresquito-, dad lana a mis sentidos.
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