jueves, 15 de diciembre de 2011

Entreacto

En aquel instante tuvo que interpretar una poesía, una canción creo. Tenía que poner en palabras veraces, directas, crudas lo que aquellas metáforas querían decir.
Quien escribió tales palabras añoraba su infancia y lo explicaba desde los recuerdos de la Navidad y la corta edad. Se lamentaba de que fuera tan corta la tierna y dulce etapa que no recuperó jamás. Tantos planes para el futuro...
Mientras sus palabras fluían y los jóvenes de poco más de una década le escuchaban, se oía en su interior un murmullo de lágrimas por alguien que conoció en su infancia, que estuvo luchando siempre y fue vencido por la enfermedad. Alguien que también pensaba prosperar y tener un futuro digno. Pero la dignidad se va con el alma, porque sin alma no hay sueños qué soñar y se pasa a ser lo que has sido, solamente lo que has sido.
Eran varios momentos en uno que a veces se entrecruzaban con una pausa que quería ser rauda para no dejar caer lágrimas en público.
Se daba cuenta que estaba todavía ante ellos, los símbolos de una niñez a punto de cerrar sus puertas, porque entendían todo lo que les explicaba y ponían los ejemplos de su importante y corta vida.
Miraban atónitos las expresiones de cada uno, escuchaban voraces sus frases. Sentían que habían vivido tanto...
Sentían un pasado pero el sentido de futuro estaba por llegar.
Al final del poema la rotunda entonación de los últimos versos puso punto y final a aquel entreacto entre vidas, aquel ensayo de pasado sembrando la semilla de futuros por desear.

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