martes, 2 de noviembre de 2010
Antes del adiós
Hubiera caminado hasta allí mil veces si se lo hubiera pedido, pero no dijo nada. Siguió allá, casi tan lejos como cerca y no pronunció palabra. Los pies permanecían anclados al suelo, ambos seguían a la misma distancia, aparentemenmte impávidos, como atraídos por el imán potente del asfalto . Sin embargo, de la misma manera que no conseguían acercar sus cuerpos, sus mentes seguían enlazadas a través de las miradas mutuas, sostenidas cuales rayos inquisitivos que buscaban unirse en uno solo. La mirada no cesaba de forjarse segundo a segundo, pero tampoco hablaba. Una extraña lección de física para describir el poder de la distancia y del recuerdo al mismo tiempo.
Al cabo de los años, que se antojaron miles para ambos, volvieron a cruzarse en una misma ruta. No estaba planeado, fue rápido, pero de nuevo cuando las miradas se posaron se produjo la misma sensación. Ninguna palabra salía de sus bocas, ningún gesto, ninguna similitud al saludo o al adiós. Durante unos minutos las miradas volvieron a aparecer fijas diciéndoselo todo por dentro. Pero todo quedaba dentro.
Pasaron muchas tardes y noches con sus días. El último encuentro tuvo una mirada cabizbaja hacía la tierra roja removida. Allà no había más miradas. Pero la suya desnudaba la tierra con los ojos queriéndose encontrar otros ojos abiertos, intensos y potentes que le decían que aún quedaban muchas cosas por decir... y , tal vez, hacer.
No hubo más tiempo para el entendimiento. Éste se hallaba condenado y proscrito porque no quiso salir por la boca y las manos de los que se empeñaron en dejarlo para el futuro.
La mirada se sintió más sola y vacía que nunca, casi sin sentido. No tuvo más remedio que repensar sus pasos y añadir matices de dulzura para continuar el viaje con aquellos con los que aún la podía compartir.
las flores, crisantemos y margaritas, alzaron sus pétalos implorando ese cambio. las últimas flores percibieron una lágrima y una sonrisa al mismo tiempo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Cuantas veces, solamente las miradas y el silencio.
ResponderEliminarEse último encuentro es el más apropiado para estos días.
Me encantó.