sábado, 16 de enero de 2010

Árboles

¿Quien me dice que nunca ha percibido aroma a árboles?
A veces se huelen y otras no. En medio de un páramo quizás huelas a poco, sobre todo si el viento no acompaña. Pero enmedio de un hayedo frondoso o entre abetos altivos te invade un aroma profundo como si contínuamente rocíaran tu cuerpo con él. El aroma a pino és balsámico. El aroma a encina recuerda a estepa y campos de Castilla.
Cuando hace más calor y es primavera las hojas nuevas de álamos, olmos, chopos y otros árboles de ribera te ofrecen un aroma a modo de saludo al caminar entre sus veredas.
Es un masaje para los sentidos desplazarse entre ellos. Únicamente alguna alergia puede nublar este posible placer. Si además pensamos que ellos nos ayudan en nuestro devenir diario, ayudándonos a pensar mejor, oxigenando nuestras ideas..
¿Quien no quiere construir una gran parque temático de perfumes arbóreos?

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