lunes, 18 de enero de 2010

La soledad

El olor a soledad es un olor a inerte, a armario cerrado, a no querer abrir las ventanas por miedo a que marchen los recuerdos buenos. La soledad se ceba en el olor vacío de la ropa, de las manos que no acarician. Los sentimientos no compartidos no huelen ni a la sal de la lágrima. La lágrima se esconde porque teme que su fruto no sirva ni para el desahogo. La piel huele a soso porque lo que se ha vivido cada día no aporta alicientes.
La soledad huele a un sufrimiento sin sangre aunque a veces en la piel se queden algunos retazos de olor a farmacia, de olor tenue o profundo de bálsamo que cura los males de tristeza.
No siempre se percibe el olor a soledad ya que éste queda relegado por la intensidad de los otros olores que la rodean.
La soledad, de día y de noche,.... quien sabe si ya ha perdido hasta el olor.

1 comentario:

  1. Hola Rosalía,
    He tenido contacto con este relato tuyo a través del laberinto de Ariadna y la verdad es que me ha impactado mucho.
    A parte de que me parece genial toda la definición que haces de ella, define también a un par de amigas que viven esa soledad de la que hablas. Querría pedirte permiso para copiarlo y mandarselo por correo. Evidentemente poniéndote a ti como autora.
    Intentaré seguir tu blog y si no te sabe mal lo enlazaré con el mío.
    Un abrazo.

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